Entre estos episodios cabe destacar la toma de Meggido, por la extensión y dramatización del relato, en el que se presenta al soberano como el artífice de la victoria, bajo la protección de Amón-Re . (Pilar González-Conde).
Año vigésimo tercero, primer [mes] de la estación shemu, día 21, el día exacto de la fiesta de la Luna Nueva. El rey se levanta al despuntar el alba. Se dan órdenes a todo el ejército de desplegarse (...). Su Majestad avanza, sobre su carro de electro, tocado con sus ornamentos de combate, como Horus, el del brazo poderoso, Señor del poder, como Montu el tebano, mientras su padre Amón fortalece sus brazos. El ala meridional de su ejército alcanza la colina del sur [del riachuelo] de Kyna (...), mientras que el ala septentrional está al noroeste de Megiddo; Su Majestad está en el centro, Amón le asegura la protección mágica de su cuerpo el combate y la fuerza de sus miembros.
Mientras, Su Majestad se apodera de sus enemigos, a la cabeza de su ejército; y cuando aquellos ven a Su Majestad asegurar su empresa sobre ellos, huyen Megiddo, tropézando y cayendo de cabeza, con rostros aterrorizados; abandonan sus caballos, sus carros de oro y plata. Se les saca izándoles por sus trajes sobre [las murallas] de esta ciudad, porque la población había cerrado [las puertas]; en ocasiones dejan caer sus ropas para ser izados [más deprisa] a lo alto [de los muros] de la ciudad. ¡Ah, si el ejército de Su Majestad no se hubiese lanzado al pillaje, habría Megiddo al instante! De este modo fueron izados, con prisas, a fin de hacerles entrar en la ciudad, el vil enemigo de Kadesh y el vil enemigo de esta ciudad, porque el temor que Su Majestad inspira había penetrado y sus brazos estaban sin fuerza. La uraeus se había apoderado de ellos.
Luego, [los soldados de Su Majestad] capturaron sus caballos y saquearon los carros de oro y plata convertidos en fácil; mataron a los que estaban tendidos en el suelo, como peces en un sitio cerrado. El victorioso ejército de Su Majestad contó los bienes de los enemigos; y saqueó también la tienda, trabajada , de ese vil enemigo (...). El ejército entero lanzó gritos de alegría, prodigando a Amón aclamaciones, que había concedido a sus hijos a Su Majestad, exaltando su victoria; le ofrecieron el botín que habían traído consigo: manos, prisioneros vivos, caballos, carros de oro y plata, [objetos] .
[La rendición de Megiddo]
<... Entonces Su Majestad> dio órdenes a su ejército, diciendo: "Apoderaos con destreza ¡Apoderaos con destreza [de la ciudad], oh mis victoriosos soldados! Ved, están reunidos Re, en este día; de manera que todos los jefes de los países están ahora encerrados en el interior del lugar —y de esta forma apoderarse de Megiddo es como apoderarse de mil ciudades. ¡Apoderaos [de la ciudad] valientemente, valientemente!" (...).
a los de las tropas para que dieran las órdenes a sus hombres y para permitir que todos su posición. Midieron la ciudad, que por un foso y cercada por árboles jóvenes pertenecientes a toda clase de frutas agradables. Su Majestad misma se mantuvo sobre un lugar fortificado al este del muro de la ciudad, velando sobre ella (...), [un lugar] rodeado por un grueso muro de construcción (...) su grosor. Fue llamada con el nombre de "Menkheperre [es] el que ha cercado a los asiáticos". Se situaron hombres para velar la tienda de Su Majestad; se les dijo: "¡Que vuestro corazón sea firme! ¡Que vuestro corazón sea firme! ¡Estad vigilantes! ¡Estad vigilantes! Su Majestad (...)". al exterior de ese muro, excepto para ir a en la puerta de su fortaleza.
Todo lo que hizo Su Majestad contra esta ciudad, contra este vil enemigo con su vil ejército, ha sido eternizado, siguiendo el día, siguiendo el nombre [de la acción], siguiendo el nombre de la expedición, el nombre de los oficiales de las tropas (...). Numerosas cosas merecen permanecer, por medio de la escritura, sobre esta inscripción; se fijaron también sobre un rollo de cuero [situado] en el templo de Amón, en este día.
Entonces, los Grandes del país de Retenu cayeron sobre sus vientres para prosternarse, a causa de la gloria de Su Majestad, implorando el aliento para sus fosas nasales, a causa de la grandeza de su fuerza, y porque el poder de.
Y todos los jefes que habían atraído la gloria de Su Majestad iban cargados con sus tributos de plata, de oro, de lapislázuli y de turquesas, portando también cereales, vino, toros y ganado del desierto para el ejército de Su Majestad. Un solo grupo entre ellos era portador de tributos traídos del Sur.
Mientras, Su Majestad se apodera de sus enemigos, a la cabeza de su ejército; y cuando aquellos ven a Su Majestad asegurar su empresa sobre ellos, huyen
Luego, [los soldados de Su Majestad] capturaron sus caballos y saquearon los carros de oro y plata convertidos en fácil
[La rendición de Megiddo]
<... Entonces Su Majestad> dio órdenes a su ejército, diciendo: "Apoderaos con destreza
Todo lo que hizo Su Majestad contra esta ciudad, contra este vil enemigo con su vil ejército, ha sido eternizado, siguiendo el día, siguiendo el nombre [de la acción], siguiendo el nombre de la expedición, el nombre de los oficiales de las tropas (...). Numerosas cosas merecen permanecer, por medio de la escritura, sobre esta inscripción; se fijaron también sobre un rollo de cuero [situado] en el templo de Amón, en este día.
Entonces, los Grandes del país de Retenu cayeron sobre sus vientres para prosternarse, a causa de la gloria de Su Majestad, implorando el aliento para sus fosas nasales, a causa de la grandeza de su fuerza, y porque el poder de
Y todos los jefes que habían atraído la gloria de Su Majestad iban cargados con sus tributos de plata, de oro, de lapislázuli y de turquesas, portando también cereales, vino, toros y ganado del desierto para el ejército de Su Majestad. Un solo grupo entre ellos era portador de tributos traídos del Sur.
Versión de Federico Lara Peinado, El Egipto faraónico. Ed. Istmo, Madrid 1991, pp. 119-123.
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